Fuente: "R1C0T3 Today: Videojuegos" via R3Team in Google Reader
Expuesto el: jueves, 21 de enero de 2010 14:00
Autor: chiconuclear
Asunto: Filmageddon: Serpientes en el avión
Todo esto sería accesorio de no ser por dos cosas que singularizan a Serpientes en el avión y hacen que tenga sentido meterla, un poco con calzador y por cariño especial del que esto escribe, en esta sección: 1) la película, en el fondo, es divertida. Samuel L. Jackson dice un buen puñado de frases graciosas, las serpientes matan a la gente de forma asombrosamente creativa y la hora y media que dura no se hace larga para nada, de ninguna forma; estamos muy lejos de una película de serie B o Z, como tantos parecen pensar. Es una slasher cambiando al asesino perverso por un montón de serpientes. Y 2) la imagen de los videojuegos que tiene la gente que está detrás de la película es entrañable, muy parecida a la que tiene un abuelete enrollado que aprueba que sus nietos jueguen a la consola porque es lo que tienen que hacer con esa edad. Pongámonos en situación (si no habéis visto la película, lo siento: voy a chafaros el final): el piloto, obviamente, la ha palmado, y la situación no pinta muy bien: hasta el más lerdo sabe que avión más altura más piloto muerto igual desastre inminente, y Samuel L. Jackson, que está «hasta los cojones de estas putas serpientes y hasta los cojones de este puto avión», se pone manos a la obra para arreglar el desaguisado y con su habitual pericia convoca a su lado a Kenan, que ha sobrevivido a pesar de ser negro y gordo (fatal combinación en una película de este tipo) y que sabe casualmente pilotar un avión gracias a los conocimientos que ha conseguido por las cientos de horas de vuelo en el Flight Simulator de PlayStation. Suponemos que a) la traducción al español ha sido deficiente, b) recuerdo imprecisamente las palabras del personaje, c) con flight simulator se refiere a simuladores de vuelo en general, no particularmente la marca Flight Simulator, o d) sencillamente el guionista tenía 50 años cuando escribió la película y tuvo a bien unir dos conceptos que conocía y que le parecían suficientemente «enrollados»: el Flight Simulator (juego por excelencia de los hombres maduros norteamericanos y los jóvenes muertos en vida por la vejez prematura, esa enfermedad hija de finales del siglo XX) y la PlayStation, quizá porque una vez vio a su hijo bajarse el primero y porque unas Navidades, muchos años atrás, le regalara lo segundo. «¿060? Hay una puta serpiente en mi puto avión.» El caso es que al final Kenan aterriza el avión y la cosa acaba más o menos bien: Samuel L. Jackson vive, Kenan vive, el tipo que tenía que sobrevivir sobrevive y todos tan contentos, a pesar de que hay un buen número de muertos en el avión que parecen no importarle a nadie. Y todo gracias a la PlayStation. Si recientemente Hugo Chávez nos decía que la PlayStation sólo hacía el mal «sembrando la necesidad del cigarrillo, la droga y el alcohol», David R. Ellis, director de Serpientes en el avión1, nos dice: «oye, lo que dice Chávez no es cierto. Los videojuegos pueden ser buenos, por ejemplo para aprender a pilotar un avión. Los videojuegos no sirven sólo para que terroristas atenten contra nuestro gran país; también pueden enseñar a pilotar a un joven negro y en baja forma para que, en caso de ser necesario, salve un avión de gran importancia para el FBI y solucione la vida a Samuel L. Jackson». Es, en efecto, el mensaje buen rollo que medio Internet esperaba, después de la masiva popularidad que cobró la película misteriosamente, ante el estupor que causó en todo el mundo el hecho de que un argumento tan delirante llegara a la gran pantalla y con Samuel L. Jackson, ni más ni menos, como protagonista. «¡Que Dios bendiga la PlayStation!», grita Jackson en cierto punto de la película, emocionado. Es una curiosidad como otra cualquiera, una pequeña muestra del papel de los videojuegos en el cine, y por tanto en la sociedad, y por tanto —hagamos una reflexión para terminar y que por fin tenga sentido esta película en esta sección— en la cultura: los videojuegos ya son una parte importante del día a día de muchísima gente, ya son cotidianos y recuerdan al hogar, le pese a quien le pese. Igual que todo lo reciente, son demonizados por los sectores más atontados de la sociedad. Pero es imposible oponerse al avance imparable de la industria del videojuego, con lo que nos queda únicamente rendirnos a las palabras de Samuel L. Jackson y gritar, a pesar de todo: ¡Que Dios bendiga la PlayStation!
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